Google+ Taller de Escritura Creativa de Israel Pintor en España: noviembre 2011

Robert McKee, el arte de contar historias


No se pierdan esta entrevista. Robert McKee es uno de los autores que forman parte de nuestra bibliografía básica.

¿Quieres publicar en la primera antología de narrativa del TEC?

El Taller de Escritura Creativa de Sevilla convoca a participar en la elaboración y publicación de su primera antología de narrativa. Estas son las bases:
  1. Podrán participar todos los alumnos y ex alumnos del TEC. 
  2. La antología se publicará bajo el sello Recicla, Edita y Crea (REC) de la editorial sevillana Ultramarina Cartonera. 
  3. La presente iniciativa podrá llevarse a cabo si al menos 10 personas confirman participación. En caso de no confirmarse, la coordinación del TEC reservará los datos de contacto, los textos enviados y postergará indefinidamente la edición y publicación de la antología, en cuyo caso serán avisados todos los participantes que se hayan apuntado. 
  4. La participación consiste en:
    •  Aportar uno o varios textos narrativos inéditos (hasta 10 páginas, Garamond, 12 puntos, 1.5 de interlineado en formato Word .doc). Dichos textos podrán ser ejercicios realizados durante un curso del taller, o bien, escritos posteriormente. La temática y la técnica es libre, pero habrán de ser textos narrativos (primeros capítulos de novela, cuentos o minificciones). 
    • Aportar un breve perfil creativo (máximo medio folio, en el mismo formato del punto anterior), texto acompañado por una fotografía del autor en formato JPEG (resolución mínima de 72 píxeles por pulgada). Este perfil se incluirá en la antología a manera de presentación del autor, justo antes del texto antologado. Mira aquí los ejemplos. 
    • Asistir al taller de reciclado y edición que coordinará la editorial Ultramarina Cartonera el día viernes 13 de enero, de 17 a 20 hrs., en c/Pasaje mallol, 8, int. 4, donde se elaborarán las cubiertas personalizadas de la antología. Mira aquí algunas de las portadas que hacen de Ultramarina Cartonera una propuesta editorial única. Idóneamente, cada participante habrá de elaborar 10 cubiertas durante el taller de reciclado y edición, sin embargo, bastará con que el participante concentre sus esfuerzos en la hechura de una sola portada, con la posibilidad de terminar en casa el resto. 
    • Presentar la antología en Douchka, Salón de té (c/San Luis, 46) junto al equipo de autores antologados y al coordinador de la edición, ante un público conformado por amigos y familiares de los participantes, dando lectura a los textos publicados. La fecha y la hora de la presentación se darán a conocer durante las primeras dos semanas de 2012 a través del blog del TEC y la página en Facebook. Dicha presentación será el evento oficial de clausura de los cursos de otoño y, al mismo tiempo, el evento oficial de inauguración de los cursos de primavera del TEC. 
  5. El taller de reciclado y edición tiene un costo de 50€ e incluye la maquetación, la impresión, el cocido del tiraje completo y el material necesario para la creación de 10 cubiertas cartoneras; cada participante se llevará consigo 10 ejemplares de la antología y podrá descargar todas las versiones electrónicas que deseé del libro, a través de la página web de Ultramarina Cartonera y del blog del TEC, donde además será puesta a disposición de los lectores del mundo entero y podrá ser descargada gratuitamente. Así mismo, será puesta a disposición de los participantes y el público lector en general, una aplicación de lectura de la antología que podrá insertarse en blogs, páginas webs y redes sociales (mira aquí el Volumen 1 del taller REC de Ultramarina Cartonera, ejemplo de cómo podría verse la primera antología de narrativa del TEC). El importe del taller habrá de pagarse, íntegro, a través de un depósito bancario. Los datos y la fecha límite para efectuar el depósito bancario le serán proporcionados al participante a vuelta de correo, una vez que la coordinación reciba su solicitud de participación. 
  6. La fecha límite para entrega de originales es el día 21 de diciembre del 2011, en punto de las 23:59 hrs. Si te apuntas debes enviar una solicitud de participación por correo electrónico a la dirección: free_isra@yahoo.com.mx, con el asunto “Quiero publicar en la antología del TEC” y los siguientes datos: nombre completo, números telefónicos de contacto, dirección de correo electrónico, el o los textos narrativos que te gustaría publicar y el perfil con fotografía. 
  7. Todos los aspectos no contemplados en esta convocatoria, serán resueltos sobre la marcha. Si deseas ampliar información deja un comentario en esta entrada y será contestado lo antes posible. 
Israel Pintor
Coordinador


Cómo no atormentarse con el imperativo de ser "un genio", Elizabeth Gilbert


¡Tienen que ver este vídeo! El manejo argumental es sensacional, elevado y a la vez tremendamente terrenal. Va del proceso creativo, la concepción de la creatividad desde el pensamiento griego y romano, el éxito abrumador del escritor contemporáneo y el miedo a la no superación de ese gran éxito o su perpetuo fracaso en el campo literario, finaliza con una teoría de Elizabeth Gilbert sobre cómo tendría de concebirse el proceso creativo actualmente y cuáles podrían ser los objetivos del ejercicio artístico, particularmente literario.

¡La cuenta, por favor!, Marisol Herrera


            A la hora del café, llegaba todos los días con su bastón y su cartera de mano. Cuidadosamente, colocaba sobre la mesa una libreta, un bolígrafo plateado y un sobre. Se sentaba. Siempre solo, con su barba blanca y sus gafas pequeñas. Abría su cuaderno y comenzaba a escribir.
            Yo lo miraba tras la barra, mientras atendía a los clientes que iban llegando. A esa hora de la tarde, la cafetería no suele estar muy concurrida. La gente va llegando en cuentagotas, los conozco a casi todos, bueno, a los habituales, porque éste es un sitio de paso, céntrico y también entran y salen muchos desconocidos. Hay una hora culminante, en la que todos parecen querer pedir a la vez, y sus voces chocan unas con otras, pero después todo ese barullo se va disolviendo y vuelvo a la tranquilidad de alguna que otra copa o café, y la charla intrascendente de alguien que interrumpe su jornada laboral.
            Pero de todos los asiduos, el único que me interesa es el escritor. Desde hace un año viene por aquí todas las tardes, sobre las seis. Ahora en invierno, es al atardecer. En primavera y verano solía venir más tarde y se sentaba en los veladores de fuera. Con el frío, prefiere una mesita pequeña y redonda de madera oscura, junto al ventanal que da a la avenida. Yo diría que es un sitio diseñado a propósito, porque este bar y cafetería tiene su historia. Ha sido lugar de reunión y tertulia de escritores y poetas. ¿Se puede distinguir entre escritores y poetas? En todo caso artistas. También pintores y algún que otro charlatán.
            Eso me lo contó mi padre que trabajó aquí desde muy joven. Entonces, esto era un “café”, no una cafetería. Y se hablaba de cosas serias y, otras veces, por eso no se hablaba. Había un fondo de clandestinidad, de temas secretos, cuando de la política, me decía mi padre bajando la voz, como si aún viviera en aquellos tiempos, dependía la propia vida. Yo ocupé el puesto de mi padre cuando él murió. Ya había empezado a ayudarle algunos días a la semana para pagarme mis cosillas y parte de mis estudios. No es un trabajo al que quiera dedicarme toda la vida, pero ahora no puedo dejarlo. Y además, justo en este último año, sé que formo parte de algo importante.
            Acaba de entrar el escritor. Yo le llamo así. No es que sea el único escritor que viene por aquí. Otros, que suelen apoyarse en la barra me lo dicen: -Soy escritor. Estoy documentándome para una novela ambientada en el siglo XII. Otro se documenta sobre el siglo XVII, cada uno escoge un siglo. Pero todos están aquí. A veces charlan entre ellos, otras se ignoran. Los hay muy noctámbulos. Beben y riman, citan a autores y ríen entre dientes. Pero el único que se sienta a escribir es el escritor.
            Ahora se sienta, coge su pequeño cuaderno con esas manos finas que tiene y comienza a escribir: “Atardece. La luz no procede del cielo, sino de los edificios que conservan y multiplican en sus ventanas y placas metálicas el último resplandor. El alumbrado de neones está a punto de comenzar”. Quizás ha comenzado así, con un tono algo melancólico. Me da la sensación de que es un hombre solitario, que quizás vivió lo suyo, pero que ahora reflexiona sobre el tiempo vivido. A veces cruzamos la mirada cuando me pide un café cortado en taza con dos azucarillos y un vaso de agua. Manías de escritor. Igual que ese cigarrillo de plástico de los que venden en las farmacias, que siempre tiene a mano. Seguramente fue un fumador empedernido, quizás un trasnochador bohemio, bebedor y frecuentador de ambientes marginales. Aunque parece un señor muy sereno y es muy educado, tiene una vena roja que le atraviesa la gelatina blanca del ojo, como una cicatriz que le hubiera saltado de tanto mirar, de tanto observar. Debe captar dimensiones de la realidad que otros no logramos apreciar. Atenderá a lo que le rodea de manera penetrante. Y a las personas, las entenderá de verdad.
            Podría continuar escribiendo: “El día retrocede. Recuerdo cuando fui marino. El mar cortado por la proa como unas tijeras veloces y la espuma atizándome la cara. Nadie me creería. Pero yo tuve una vida. Hoy, mi proa es este café. El camarero me mira. Es un hombre joven, pero sus ojeras delatan noches de espanto. Su cara no tiene nada de extraordinario. Tan sólo su nariz sobresale y uno ya sabe a quién se va a dirigir antes de que le clave la mirada.” Esto último no lo debería escribir un escritor serio. Mi nariz no es tan grande, y se trata de un comentario cruel, innecesario. ¿Acaso este escritor es un poco cruel? ¿Y si tras su apariencia de sabio intelectual esconde a un energúmeno? No. Seguramente proseguirá diciendo: “El camarero es un hombre solícito, de maneras pausadas, pero en su mirada, cuando se cruza con la mía al servirme el café cortado en taza, con dos azucarillos y un vaso de agua, entreveo un pasado oscuro, misterioso”. Así son los personajes de las novelas, ¿no? Con un pasado turbio y una intriga por descubrir.
            Una señora me inoportuna, ahora que yo soy el protagonista y voy a entrar en escena. Me pide un Martini rojo. Se hace la excéntrica, me pregunta si sé hacer cócteles. Lleva los labios muy rojos, sin línea. Y un jersey a rayas. Son un grupo. Otros llevan también jerséis a rayas. El aire marinero, símbolo de libertad, perdura como residuo de una estética romántica. Porque los artistas que aquí vienen son más libres que otra mucha gente. Se toman su tiempo. Cambian dinero por tiempo. Yo no sé cómo se hace eso. Yo cambio mi tiempo por dinero. Me caen bien, parecen alegres, aunque siempre hay uno de aspecto más sombrío y de aire ausente. A veces, los otros le gastan bromas. Y él sonríe tímidamente. Algunos llevan pañuelos anudados al cuello, caídos como por descuido. Eso les da un aire informal. Los artistas son de por sí, me contaba mi padre, desordenados e inconformistas. Pero mi escritor parece conformarse con sus pocas rutinas de media tarde.
            Seguro que ha sabido percibir mi naturaleza confusa, mis dudas, mi ansiedad y mi deseo de dejar esta ciudad y viajar por el mundo. Quizá así pueda escribir una autobiografía; ¿qué se puede decir del camarero de un bar?, pero él lo sabe y va a embarcarme en su novela, en una intriga sin igual, donde conoceré a una mujer enigmática a la que tendré que seguir sin respiro capítulo a capítulo. Es mi única manera de salir de aquí. Seré un hombre valiente, sometido a circunstancias insospechadas y que me irán cambiando. Conoceré lugares lejanos, con palmeras gigantes y olor a coco. Navegaré desafiando a un mar salvaje. Ya sé que hay muchas historias de aventuras, pero en ésta el interés estará en el personaje principal, un camarero anónimo que, por algún asunto pendiente huye de la ciudad y se lanza a vagar por el mundo. Quizás se trate de una novela negra. Pero entonces, el arranque debería ser más punzante y desconcertante: “El camarero, de pronto, se desanudo el delantal, lo tiró al suelo, pasó por encima dejando la huella de su zapato en su blancura inmaculada y volviéndose a los que le miraban sorprendidos, se despidió teatralmente y caminó hacia el muelle, en busca de un barco.” ¿Podría escribirse un principio así? Mi escritor lo hará del mejor modo.
 Acaba de salir. Vaya, creo que se ha dejado su cuaderno. Lo voy a hacer. Desanudo mi uniforme, lo dejo caer, lo piso, saludo hacia atrás mientras mi jefe me mira atónito y me dirijo rumbo a su cuaderno, a su novela, mi futura biografía. La alegría contenida me atosiga, velas de barcos movidas por el viento soplan en mis pulmones. Me acerco, junto a la taza de café está su cuaderno. Nadie me ve y si no es así, me da igual. Me pertenece. Es mi vida. Lo abro con sumo cuidado, una vida se rompe con menos. Y leo. Leo. Leo cifras. Son números. Una primera página quizás de cálculos de distancias, una bitácora tiene que estar bien documentada. Paso otra hoja. Números, tablas. Busco una línea, una frase, angustiado, perdido. Me seco el sudor de las manos en el pantalón a falta de mi delantal. Es un libro de cuentas.

"Saber parar..." (Raul Nieto Guridi - guridi.blogspot.com)

Soy, Jordi Andreu Calvo


Soy.
Algo así.
Como esta obra.
Algo como la nada.
Que como el talento, brota.
Y surjo del grito en silencio.
Del espacio escondido en la música entre sus notas.
Allá dónde nadie espera que salga nadie con unas botas.
El sonriente escéptico, amor eterno, un cuerpo inerte en su libertad.
Un esquiador de fondo, perenne indómito; una estrella que vuela, soy catalán.
Valiente chico norteño, yo vine buscando mundos que en tierna infancia me prometía.
Envuelto en mil abanicos lo que he encontrado es el sueño analgésico de la infinita alegría.
Ahora soy ave de paso, volcán interno, pasión, amante directo, sonrisa excelsa que viaja y le gusta hablar.
He vuelto al foro románico de los plebeyos, he hablado con ellos y he hecho el mejor negocio que nunca pude pensar.
No sé si seré divino, si tendré atino, ¿cincel que arrasa?, ¿botín servido?, ¿materia grasa?, ¿Indígena que tocará la marimba al despertar?
Si sé que no soy altivo ni ejecutivo, ni mucho menos un malparido, ni seré nunca el plantón esquivo que se da el piro  sin avisar.
Hoy soy el que quise siempre, el que ya no miente, el serio terrateniente que de sus bienes muy receloso intenta no perder nada con terquedad.
Resulta que soy la tecla que tocó ella, de entre las chicas de este planeta la que es más bella, y me ha enseñado que enamorarse no es más que vivir ausente de toda necesidad.
Con ella yo he descubierto que el amor cura, que es medicina, sutil locura, altorrelieve de la verdad y es bien sabido, que prometido sólo es posible que se destruya,  inútil brea, con el morir.
Hoy soy el privilegiado e iluminado hombre de mente, que de su boca me llevo besos que son ardientes y entre sus brazos me siento libre, clamor latente, hambre carnal, paz indulgente, luz sideral… soy muy feliz.

"Observar, esperar, soñar..." (Raul Nieto Guridi - guridi.blogspot.com)